Año 1666, el año del Anticristo. Agoreros e iluminados
recorren los caminos para anunciar que el fin del mundo está cerca. En el
Apocalipsis se dice que el número de la Bestia es el 666 y en el año
1666, es decir MDCLXVI, se juntan todas las letras de la numerología
latina, que es otra de las condiciones de la profecía. Además, en todas
las confesiones hay un libro en el que se profetiza el final de los
tiempos. En esta vorágine fatídica se ve envuelto Baldassare Embriaco,
un comerciante de objetos de arte y libros ratros, descendiente de una
vieja familia genovesa asentada en Líbano.
Baldassare se muestra escético, ya que en las Sagradas
Escrituras se dice que el hombre no sabrá ni el día ni la hora del fin
del mundo antes de que este sobrevenga. No obstante, emprende un largo
viaje en busca de un libro maldito, El centésimo nombre de Abú-Maher
al-Mazandarani, que tuvo entre sus manos pero que dejó escapar. En el
Corán hay 99 formas de llamar a Dios, pero habría un centésimo nombre,
escondido, cuya invocación servirá para ganar los favores del cielo en
estos momentos dramáticos en los que se teme el fin del mundo.
En su periplo, en el que atraviesa el Mediterráneo hasta
llegar a Londres, Baldassare cruza países en situaciones límite, pueblos
incendiados, comunidades expectantes. Se encontrará con el miedo, la
violencia, el engaño, la desilusión y la desdicha, en muchas ocasiones
relacionadas con la próxima presencia del libro buscado. Pero también se
topara con el amor, cuando pensaba que éste ya no llamaría a su puerta.
El viaje de Baldassare, aunque gira en torno al año 1666,
que acabó sin que terminase el mundo, tiene muchos elementos de su trama
que le hacen actual: los temores milenaristas, los predicadores
cabalísticos sobre el fin de los tiempos, el binomio de la primacía
racional frente a la resurgente tentación irracional. La novela de
Maalouf es un viaje iniciático, de reaprendizaje, en el que brotan los
choques y las vías de comunicación entre las culturas del cercano
Oriente y de un Occidente Europeo que se prepara para debatir las ideas
ilustradas. Un periplo en el que resalta el individuo que, frente a los
condicionantes sociales, reivindica su derecho a ser extranjero sin
humilliaciones ni hostilidades: "He nacido extranjero, he vivido como
extranjero y moriré más extranjero aún".